La ansiedad me tiene desesperado, el reloj
avanza y el tiempo se pasa, quiero salir
de mi trabajo, la razón: fin de mes…, la necesidad de las personas por este esperado día, es
comparado solo con la necesidad del hombre de saciar su sed, el reloj da la hora de salida y mis pies
caminan rumbo a ese momento tan extraño en el que la magia y el dinero se
juntan.
Ya en la fila, faltan algunos puestos, el
tiempo que demora en avanzar es el indicado, para escuchar y captar cada una de
las estrategias que utilizan los demás,
para que los papeles numerados que están a punto de recibir se estiren como
melcocha en la sierra, las escucho y sonrió con la ironía de saber que algunas
de ellas son mis estrategias.
Mi
turno llego, el dinero está en mis manos, así de pronto me convierto en mago y
todo aquello que recibo, por la señorita detrás del vidrio con su sonrisa, una
mezcla de compasión y malicia, se desaparece…, sonrió otra vez. Estar chiro es más
que un estado socio-economico, estar chiro significa tener algo, es el
compromiso cumplido con la madrina por aquella java de cervezas fiada, es el documental grabado tipo Discovery Chanel,
donde el final es cuando las culebras felices son las encargadas de buscar al
hombre, es el plan acumulativo de
aquellos zapatos nike para usarlos solo el fin de año, es la comida de un
martes cualquiera convertida en cena navideña…y pienso de nuevo… estar chiro es tener algo.
Sentado ya en mi casa, mi mirada vaga y
pensativa sobre lo que pude y no pude hacer para estar, según yo “bien”,
encuentran una sonrisa revulsiva en un miembro de mi familia, y unos ojos
soñadores que destellan desde la cocina, me animo y mi cabeza olvida lo banal
que podemos llegar a pensar sobre como alcanzar la felicidad, porque las cosas más
valiosas del mundo no se compran con dinero.
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