Escribiendo en una tarde de sol y de humedad, en cualquier lugar de esta inmensa ciudad, mi mente se traslada a senderos, y zaguanes
…, estoy vivo y eso importa, las palabras que estampa mi lápiz en el papel poco
tiene de sentido, casi nada…, aunque algo dice, lo que necesito es una inspiración…,
la calle me presenta varias escenas, por una esquina un mendigo pidiendo
caridad... de algún pobre que solo tiene dinero, de algún caritativo que solo
ofrece hipocresía y de algún corazón que
necesita libertad…
La misma calle no tan lejos de donde había estado un niño se
acerca, me quiere vender sus ilusiones envueltas en papel de caramelo…, se las
compro esperando que sean una especie de vida recargable de este juego de
humanos, ese momento el lápiz vuelve a moverse…vuelve
a escribir algo en el cuaderno, no
importa el sol, solo se que algo mas la calle tendrá para mi…, el humo de los
carros que inhalo, causan el efecto mismo de cierto alucinógeno genérico,
natural y callejero… no probado pero si compartido…
Tengo muchas palabras en mi cabeza todas desordenadas, están
agazapadas esperando ese momento de atacar como kamikazes y explotar en mi cuaderno, de
pronto un sonido, algo explota…, creo que mi locura esta llegando al máximo… o
el humo está muy cargado para causar tal efecto, sin embargo mucha gente corre
a mi alrededor, no es mi cabeza... algo pasa, cierro y abro mis ojos… veo al niño
y al mendigo juntos, los veo…pero algo les sucede están caminando felices se ríen
y regocijan…, me llaman…, pero rechazo la invitación, rechazo la gloria, no sé
si la merezco…, aun en mi cuaderno falta mucho por escribir…
Cierro y abro mis ojos…la calle sigue ahí…ellos ya
no…
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